Música minimalista con raíces pop y que se arrima a elementos modernos como el uso del autotune. Así puede definirse lo que hace Jimena Amarillo, una artista valenciana nacida en 2001 que le canta al amor y al desamor. Merece la pena detenerse a escuchar las letras de algunas de sus canciones, tiene verdadero nivel.

Está ligada a la música desde que, siendo una niña, aprendió a tocar el violín. Pero ni le tiró la música clásica ni tampoco lo hace el rock más o menos convencional. Cuando asegura que una de sus influencias es Silvia Pérez Cruz ya puede intuirse por dónde discurre musicalmente. Aunque su voz es más débil, no está exenta de sutilezas interesantes.

Aunque su estilo tiene connotaciones modernas, Jimena Amarillo está muy alejada del trap, el reguetón y la música urbana. Sí aprovecha otras ventajas de los nuevos tiempos, como poder grabar sus canciones en un estudio casero y en soledad, algo que acentúa aún más el tono íntimo de sus temas. Canciones como ‘Cafeliko’ que son confesiones musicadas.

Dice que le gusta experimentar con sonidos y de hecho está estudiando técnicas para controlar mejor esa faceta. También reconoce que está mejorando como instrumentista y tiene claro que va a seguir avanzando. Sus fans van en aumento, las reproducciones de sus composiciones aumentan en progresión geométrica y empiezan a quedárseles pequeñas las salas de conciertos para poco personal, en las que dice sentirse a gusto, seguramente por su timidez. Igual le toca dentro de nada dar el salto a las grandes ligas. No le falta talento para hacerlo.