Iman Kandoussi
Estilo: Varios
El canto de Iman Kandoussi se asemeja a esas frágiles miniaturas en las que el artista, en la intimidad de un espacio mínimo, pinta con tenacidad y dulzura, revelando miles de ideas y detalles y utilizando colores delicados. Su voz desnuda los sentimientos como lo hacían los colores simbólicos de las cinco cuerdas del oud (laúd) de Zyriab: el amarillo (la cólera), el rojo (la sangre), el azul (el alma), el negro (la melancolía) y el blanco (la serenidad).El poder cautivador y sensual de su voz, el refinamiento de su ornamentación vocal o la fuerza de los poemas que elige con extremado mimo, invitan a unos momentos privilegiados de musicalidad, de coexistencia y tolerancia, de sabiduría y respeto a la diferencia. Iman Kandoussi ofrece su música como si se tratara de un canto apasionado a la humanidad.
La música del Cercano Oriente y del Magreb constituye la fuente de la que bebieron los artistas andalusíes durante siglos. Inagotables melodías, ritmos sensuales e improvisación se conjugan en un saber artístico altamente estimado en las cortes de califas y sultanes. Esta música logra su máximo esplendor en el refinamiento de su manifestación clásica y el desenfado que muestra su vertiente popular. La música del ámbito islámico asume la herencia de la remota trashumancia asiática, esto es, la sequedad de las estepas y desiertos que hacen que los instrumentos suenen a veces de forma árida, penetrando en lo más hondo del oyente al que deja una imborrable marca, como las huellas que se van dejando atrás en el desierto. Pero a la vez está música mantiene otro rasgo que la hace de alguna manera inimitable: tiene el refinamiento de las bóvedas de estancias palaciegas y el esplendor de las antiguas civilizaciones; rinde culto al sonido, revistiéndolo de formas geométricas, áspera nobleza y ornamentación delicada. Diseña y propaga una cultura de fastos y de pureza donde los pasajes intrincados de la Medina se pueblan de viejos cantos otomanos, tonadas andalusíes de amor concluso o vagas melodías improvisadas; y donde la luna desmesurada sobre cielo índigo retiene las cantinelas melancólicas y la lumbre rítmica que prenden los pueblos nómadas.
Con canciones procedentes de la Turquía otomana, del folklore griego o macedónico, ritmos de Irán y Kurdistán o danzas de los pueblos magrebíes o andalusíes recreados y fundidos con las corrientes estéticas occidentales, el itinerario musical andalusí estimula el intercambio y ayuda a un mejor entendimiento entre los pueblos por medio de un lenguaje mutuo y espontáneo, una mezcolanza de instrumentos de los entornos oriental y occidental y una música impregnada de la estética del Sur. Es una sensibilidad ecléctica y luminosa que evoca a un tiempo la sensualidad sonora del Oriente y el Mediterráneo y el dinamismo de las tendencias occidentales.